Antonio Fuentes

lunes, 13 de diciembre de 2010

Cuando Tánger era Casablanca

Artículo publicado en El País por Javier Valenzuela con acasión de la publicación por Pre-Textos de los cuentos de Ángel Vázquez - " El cuarto de los niños y otros cuentos".




Cuando Tánger era Casablanca
Ángel Vázquez, autor de La vida perra de Juanita Narboni, fue un ser atormentado. Sus cuentos, recuperados ahora, subrayan su malditismo

Como cada año la película gana nuevos espectadores maravillados, quizá convenga recordar que, pese a su explícito título, la ciudad protagonista de Casablanca es, en realidad, Tánger. Durante la II Guerra Mundial fue Tánger, y no Casablanca, el refugio norteafricano de los que huían de las brutalidades que asolaban Europa, y muy en particular de los judíos que escapaban de los nazis. Pero por razones que ahora no recuerdo, los productores del filme interpretado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman llamaron Casablanca a una historia que, como ellos sabían, sólo podía haber ocurrido en un Tánger canalla, cosmopolita y de dueño incierto.

Uno de aquellos expatriados en Tánger era el señor Hollander, un judío húngaro salvado de la hoguera por el diplomático Ángel Sanz Briz, el Schindler español. Pues bien, el siempre emprendedor señor Hollander abrió en la ciudad un negocio de import-export y a tal efecto empleó a un tangerino de nacionalidad española llamado Ángel Vázquez como secretario y traductor. Ángel Vázquez y él formarían durante un cierto tiempo una curiosísima simbiosis: sólo el español era capaz de entender lo que chamullaba el húngaro.
Esto último lo cuenta Emilio Sanz de Soto en uno de los artículos que preceden a la edición por Pre-Textos de un puñado de relatos cortos de Ángel Vázquez (El cuarto de los niños y otros cuentos). Es muy de agradecer que a Sanz de Soto, que falleció el pasado otoño, le diera tiempo para pergeñar una semblanza personal de su paisano Ángel Vázquez tan rica en anécdotas esclarecedoras. Y cabe también congratularse porque la editorial valenciana haya rescatado estos cuentos del autor de La vida perra de Juanita Narboni, que quizá sea la más maldita de las novelas españolas del siglo XX.
En otra de las notas que preceden a la antología, el propio Ángel Vázquez nos cuenta que nació en Tánger una noche de junio de 1929, un mes y medio antes de lo previsto y en mitad de una fiesta a la que asistía su madre, Mariquita Molina, conocida en la ciudad como la Sombrerera puesto que tenía una tienda que vendía esas prendas imprescindibles para la dama y el caballero elegantes de entonces. Para anestesiar a la parturienta, la anfitriona, madame Brusson, la emborrachó con champán. Y para que el bebé prematuro pudiera sobrevivir fue entregado a una negra de Larache para que le amamantara.
Ya están aquí, en clave cómica, buena parte de Ángel Vázquez y buena parte del Tánger alucinante de los años veinte, treinta, cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Y digo en clave cómica porque la vida de Ángel Vázquez fue también -y sobre todo- terrible por lo que tuvo de pobreza, alcoholismo y falta de reconocimiento de su condición de gran escritor; al igual que el Tánger de ese periodo no se limitó a un sarao permanente de millonarios, escritores y artistas occidentales, sino que tuvo su reverso en la marginación de los llamados "indígenas" -o sea, los moros- que tan bien expresaría ese otro gran tangerino que fue Mohamed Chukri.
Emilio Sanz de Soto solía decir que Tánger fue "una deliciosa mentira". Los dos términos de la ecuación -"deliciosa" y "mentira"- están muy bien traídos. Ciudad abierta y de gobierno internacional en un Marruecos colonizado en su parte más feraz por Francia y en la más agreste por España, Tánger ofrecía, sí, amparo a disidentes de muy variado pelaje; era, sí, multicultural, políglota y tolerante, y, sí, asombraba por su belleza y por las muchas juergas que tenían lugar en sus villas y hoteles. Pero Tánger también era clasista, sucia, violenta y cosas peores. Como sus parientes Alejandría y Beirut, era más maquillaje que cuerpo, más decorado que guión, más labia que acción. ¿Una forma de vivir? Sí, digámoslo así.
En el obituario que publicó en este periódico, Vicente Molina Foix vino a decir que Emilio Sanz de Soto, aún siendo escritor y cineasta, pertenecía a esa categoría de seres cuyo personaje es muy superior a su obra. Es algo que tenían en común los artistas e intelectuales tangerinos del periodo internacional, fuesen moros, cristianos o judíos, se llamaran Sanz de Soto, Eduardo Haro Tecglen, Mohamed Chukri y hasta Paul y Jane Bowles. La vida tangerina -social para los occidentales; de búsqueda del condumio para los "indígenas"- era tan intensa que dejaba poco tiempo, y escasas ganas, para escribir. Y si no hubiera sido porque con La vida perra de Juanita Narboni nos legó una novela capital, Ángel Vázquez podría haber sido como tantos otros paisanos suyos: alguien más fecundo en promesas que en obras. Pero ese hilarante y desasosegante monólogo interior femenino vale más que un nutrido catálogo de best-sellers.
Publicada en 1976, cuando su autor ya vivía en Madrid, La vida perra de Juanita Narboni es tan tangerina como el Zoco Chico. Su principal valor es la protagonista: una española solterona, amargada y empobrecida de Tánger que repasa casi medio siglo de vida de una ciudad de la que dice que es "como una caracola que va recogiendo los peores ruidos del mundo".
Obra de adoración iniciática, esta novela ha sido llevada al cine en un par de ocasiones: en 1982 por Javier Aguirre con Esperanza Roy; en 2005 por Farida Benlyazid, con Mariola Fuentes. Entrevisté a Farida Benlyazid cuando preparaba su película. Entre otras cosas, la cineasta marroquí dijo: "Juanita es increíble: la vida le ha pasado por delante sin que ella haya sabido agarrarse a nada; es una mujer hundida en la soledad y la locura, un personaje amargo, negativo, resentido y patético, y, sin embargo, la quieres desde el primer momento". Según sus escasos amigos -los ya fallecidos Eduardo Haro Tecglen y Emilio Sanz de Soto, la propia Farida Benlyazid-, Ángel Vázquez se le parecía mucho.
El hijo de la Sombrerera era de físico vulgar, triste y apocado en público, muy dado a la botella y homosexual. Sanz de Soto rememora un diálogo de Ángel Vázquez con Jane Bowles en el que el primero dice: "Odio a los efebos de esta playa de Tánger, al que el rico turismo anglosajón ha convertido en un prostíbulo dorado y al aire libre. Lo mío son los militares ya maduros y sin graduación, los curas a la española, barrigudos y catetos, y los que riegan las calles de noche encapuchados en sus uniformes amarillos". Procedentes de Málaga, su padre y su madre se habían instalado en el Tánger internacional en busca de trabajo. El padre, brutal y alcohólico, desaparecería pronto de la vida de Ángel Vázquez, que sería criado por su abuela y su madre. Con esta última, Mariquita Molina, sostendría, según su propio testimonio, una relación de "amor-odio". Cuando el uso del sombrero decayó, ella tuvo que cerrar la tienda y se entregó a la bebida. Murió también en la pobreza y el alcoholismo.
Ángel Vázquez no terminó el bachillerato, pero fue un lector compulsivo. Sus amigos le recordaban casi siempre leyendo: en casa, en la librería Des Colonnes, en los cafetines y en las bibliotecas públicas; en castellano, inglés, francés e italiano. Fue muy cinéfilo y tanto en Juanita Narboni como en El cuarto de los niños y otros cuentos hay abundantes referencias al cine glamouroso en blanco y negro. Por lo demás, lo andaluz (por su ascendencia malagueña y por el hecho de que Tánger es, ante todo, una ciudad andaluza) y lo judío marcaron su existencia.
Es curioso: Ángel Vázquez ganó un Planeta en 1962 (con la novela Se enciende y se apaga una luz) pero no tuvo ni una milésima parte de la fama de la que hoy disfrutan hasta los finalistas de este premio. "En Tánger", según Sanz de Soto, "no era nadie..., y en España tampoco". Aún más, el hijo de la Sombrerera siempre pensó que sus cuentos y novelas eran muy malos. "Sarcasmo y amargura", escribe Virginia Trueba, la editora de El cuarto de los niños, "fueron los compañeros de Vázquez en ese viaje de descenso en que consistió su vida".
En 1959 Marruecos recuperó su independencia y con ello terminó el periodo internacional de Tánger. La ciudad comenzó una triste decadencia de la que apenas ha salido en los últimos años y la vida se fue haciendo cada vez más incómoda para sus habitantes occidentales. De modo que, a instancias de sus amigos, Ángel Vázquez la dejó en 1965 para instalarse en Madrid. Falleció en febrero de 1980, a los 51 años, de un ataque al corazón y en una pensión de la calle de Atocha. Horas antes había quemado dos novelas inacabadas. Se dice que el editor Lara pagó su entierro.
El cuarto de los niños y otros cuentos reúne algunos relatos que Ángel Vázquez publicó en su día en la prensa española y otros inéditos, como el que desveló Domingo del Pino en su página web. Los temas de estas historias -ambientadas, por supuesto, en Tánger- son el doloroso final de la infancia y las vidas de seres solitarios, arruinados y atormentados. Así termina, por ejemplo, el cuento Las viejas películas traen mala pata: "Me miré en el espejo y me sentí desamparado. Aquella habitación era tan pequeña y aquellas manchas de humedad tan grandes". El sueño tangerino, si es que alguna vez existió para Ángel Vázquez, estaba roto. -
Ángel Vázquez. La vida perra de Juanita Narboni (Cátedra). Se enciende y se apaga una luz (Planeta). El cuarto de los niños y otros cuentos

Carmen Laforet por Emilio Sanz de Soto

http://elpintordetanger.blogspot.com/2010/12/carmen-laforet-por-emilio-sanz-de-soto.html

Carmen Laforet por Emilio Sanz de Soto

Acabo de recuperar uno de los últimos textos de Emilio Sanz de Soto, el referido a Carmen Laforet, con ocasión de un número homenaje que le dedica la revista " Caleta ".

En sus últimos escritos, me mandaba sus originales y yo se los transcribía. Esos últimos textos fueron:

- La Introducción de los Cuentos de Vázquez: " El cuarto de los niños y otros cuentos "
- Texto sobre Geraldine Chaplin, para un homenaje que le da la Academia de Cine y
- Texto sobre Carmen Laforet, publicado en la revista " Caleta ".



TÁNGER, por Emilio Sanz de Soto

Y quien también vivió en Tánger durante una larga temporada fue Carmen Laforet, un ser de vibrante sensibilidad que consiguió iluminar los oscuros años de la postguerra española con una novela que, para los de nuestra generación, fue como un milagro: Nada. E igualmente fue un milagro para los exiliados: Juan Ramón Jiménez, que se había prometido a sí mismo no publicar en España ni una sola nueva línea, rompió la promesa y envió a Insula una conmovedora Carta a Carmen Laforet. E igual hizo Ramón J. Sender.

Es poco menos que imposible darle una nueva vida a las sensaciones que aquella novela de Carmen Laforet nos produjo a los jóvenes de nuestra generación. Esa su intimidad herida, ese no atreverse a elevar la voz, ese su escribir en sordina, dotando a las palabras no de un pretendido estilo literario, pero sí de una verdad que invitaba a la ensoñación más que a la reflexión.

Al decir de Jane Bowles, Carmen Laforet tenía el encanto irreal de las hadas, y la verdad real de una niña tímida. En cierta ocasión fui invitado a no recuerdo qué festejo, eso sí, bastante sofisticado, y avisé que llevaría a una amiga. Carmen Laforet se resistía a ir pues decía que no tenía nada que ponerse para asistir a una fiesta en plan elegante. Cuando finalmente fui a recogerla quedé más que sorprendido al verla con una chilaba-sulján blanca, con sus sandalias de playa pintadas de plata, sin maquillaje, con su peinado de siempre, revoloteando al viento.

Cuando llegamos al lugar de la recepción que sí recuerdo que era en la Alcazaba ( tal vez en casa de Ives Viudal ), el Honorable David Herbert, que era quien sentenciaba el " sí " o el " no " de la elegancia de aquel Tánger, en muchos aspectos, un tanto engañoso, corrió hacia Carmen Laforet y la llevó a que su amigo Cecil Beaton la fotografiara. 

A la muerte de Cecil Beaton se organizó en Londres una retrospectiva de su obra. Allí junto a los retratos de una Vivian Leigh o un Truman Capote, figuraba otro retrato con este pie: " Carmen Laforet, spanish writer ".

martes, 30 de noviembre de 2010

OBRAS " ENCONTRADAS " DE PICASSO

Un artículo publicado hoy en El País, acerca de un lote importante de obras de Picasso, que aparecen ahora " misteriosamente" después de 40 años.....

GALERIA EN TANGER - MEDINA ART GALLERY

Os dejo aquí la página de la galería Medina Art Gallery de Tánger, una de las más activas e interesantes de la ciudad.

Su director Omar Salhi lleva años defendiendo el arte contemporáneo en Tánger.

www.medinagallery.com






miércoles, 24 de febrero de 2010

FLAMENCOS, PARIS 1930


Este " Flamenco " de Fuentes fue utilizado por el Ayuntamiento de Cádiz como Premio Extraordinario del I Certamen Internacional Flamenco de la Ciudad, 2006, mediante una edición en plata de 35 ejemplares

FLAMENCOS, PARIS 1930

Durante sus estudios en París, en La Grande Chaumière ( 1930 - 1935 ), Fuentes realiza caricaturas de los personajes españoles que pasan por París: Falla, La Argentinita, ... y las publica en " La Semaine de Paris ".


Para su propia creación, realiza una serie de los " Ballets Españoles " que actúan en París. En ellos, Fuentes consigue plasmar la fuerza y el dramatismo del baile flamenco

SERIE DESNUDOS

DESNUDOS

Fuentes realiza a lo largo de su vida desnudos del natural, " para mantener viva la manbo de pintor".

Mientras los manteniene en su estudio, va trabajando en ellos: Integrando paisajes, envolviendo las figuras en auras de energía, matizando sombras y luces, ....



Con este soberbio desnudo, Fuentes es admitido en la Nationale des Beaux Arts de París, 1930


BIOGRAFÍA ANTONIO FUENTES


Antonio Fuentes nace en Tánger, un 9 de octubre de 1905. Al desaparecer en 1914 el Imperio Austro – Húngaro, su padre inaugura el Hotel Fuentes en la sede de la Embajada, en pleno Zoco Chico, corazón político y social del Tánger de la época. En el mismo Zoco Chico que pintaron Delacroix, Fortuny, Tapiró, Van Rysselberghe, Iturrino, Matisse.

Antonio Fuentes pinta de niño en las mesas de mármol del café Fuentes. A los trece años hace dibujos para “ El Heraldo de Marruecos”. A los catorce, ilustraciones para “ La Esfera ”y “ El Nuevo Mundo”. Sin saberlo, se está convirtiendo en el Toulouse-Lautrec de Tánger como años más tarde hablaría de él el gran hispanista francés Pierre Gassier. Alentado por los artistas españoles Abascal y Ortiz Echagüe, decide dedicarse exclusivamente a la pintura. Dibuja el mundo que le rodea y lo hace deformándolo irónicamente.

A los quince años su vida gira exclusivamente en torno a la pintura. Antonia, una guapísima muchacha gitana que entró a trabajar en casa de la madre de Antonio Fuentes y que hasta su muerte con más de noventa años mantendría una muy estrecha relación con toda la familia, contaba cómo Antonio vivía casi aislado en los cuartos de las azoteas del Hotel Fuentes, donde se pasaba el día desnudo y dibujando. Antonio se dedica a pintar los techos de estos cuartos con el humo de las velas.

Recién terminado de cuota su servicio militar en Cádiz en 1925, Fuentes marcha a estudiar a Madrid, donde ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. De esta época data un precioso retrato de Federico García – Lorca hoy desaparecido pero que podemos apreciar en algunas de las fotografías de Fuentes en su estudio. El academicismo de Madrid no le convence y decide dar el salto a París, al Montparnasse de la época.

En 1928 pinta de sol a sol en “ La Grande Chaumière”, inmensa y destartalada academia – estudio por donde han pasado todos los grandes nombres de la pintura contemporánea. Fuentes dibuja al pincel, y es así como consigue una fuerza y una seguridad enormes en el apunte. Se convierte en un gran dibujante.

Durante su estancia en París hace caricaturas para “ La Semaine de Paris”. Gracias a estas caricaturas conoce a cuantas figuras españolas pasan por París: Manuel de Falla, Encarnación López – “ La Argentinita” , Vicente Escudero, Andrés Segovia. De esta época data su serie “ flamencos ” de los ballets españoles.

Por las noches se reúne en los cafés con los otros pintores españoles: Souto, Pelayos, Bores. No obstante, como cita Emilio Sanz de Soto, “ Fuentes estaba tan imbuido del espíritu del Zoco Chico de Tánger, de su convivir diario con árabes y judíos, que los pintores con los que intimó fueron los dos judíos: Möise Kisling y Chaïm Soutine”. No coincidía con el planteamiento artístico de muchos de sus compatriotas, “ puesto que estaban todos obsesionados con Picasso – lo que era natural – pero lo que en Picasso es puro instinto adivinatorio, mis paisanos lo reconvertían en álgebra mental ”.

Por aquellos años nace su admiración por Rembrandt; cree que toda la nueva pintura ha de arrancar de “ El buey desollado ”. Ya en 1930 es admitido en “ La Nationale des Beaux Arts ” con un soberbio desnudo. Realiza su primera exposición individual en la “ Salle d’Art Castelucho”, donde conoce a Picasso. En exposiciones colectivas figura junto a Kisling y Vlaminck.

En 1934 se traslada a Italia, a continuar su formación. Inicialmente en Florencia, como discípulo de Felice Carena ( 1879 – 1965 ) y posteriormente a Roma, donde ingresa en la “ Academia Española de Bellas Artes”. Se conserva su admisión firmada por Valle – Inclán, director de la Academia. Sigue colaborando con la prensa española mandando ilustraciones desde Italia.

Hace en Roma un apunte al natural de S.M. don Alfonso XIII, apunte que don Alfonso le firmaría posteriormente con un: “ Sí señor, así soy yo por la gracia y desgracia de Dios”. Se trataba de un retrato-caricatura a la manera que Fuentes realizara en París. En la obra: “ A Dictionary of Painters in Tangier, 1669 - 2003 ”, la entrada dedicada a Fuentes , la mayor de todos los artistas contemplados , habla de este retrato: “… Whilst still a student he executed a portrait of the exiled Spanish sovereign, King Alfonso XIII. The portrait was recently sold at auction . It is believed to have been purchased by King Juan Carlos … ”.


Al finalizar la 2ª Guerra Mundial, Fuentes vuelve a Tánger, a su casa -estudio de la medina, en la plaza de los Aissauas. A partir de entonces muy raramente expone: sólo cuando grandes amigos o instituciones le convencen a ello. En estas ocasiones grandes nombres de la crítica artística y cultural reconocen sus exposiciones. Una recopilación exhaustiva de todos los textos acerca de la obra y de la figura de Fuentes se está realizando para su publicación en www.antoniofuentes.org.

En 1964, Fuentes expone en Venecia, en la “ Galleria dell’Ordine della Valiglia ” porque el crítico Castellani, gran experto en Picasso, “ se emperró en ello ” según el propio Fuentes. Castellani publica en “ Il Gazzetino”con ocasión de la exposición:

“ … En la pintura de Fuentes queda eliminada la idea errónea que muchos se hicieron de Marruecos, todo contraste deslumbrante de luces blancas y sombras violentas. En Fuentes, todo es color. Cada cosa pierde su consistencia objetiva para conseguir un valor de concreción fantástica. Fuentes se encuentra con Picasso en una sincera manera de simplificar, de descartar lo superfluo, de ordenar y hacer resaltar en el espacio, arabescamente, lo que constituye la esencia, aunque escondida, de la visión real ”

En 1965, inaugura en la Asociación Nacional de Bellas Artes de Marruecos, en el Palacio de la Mamounia de Rabat, la primera de las exposiciones de pintores extranjeros residentes en Marruecos.


En esta exposición, Fuentes presenta “ Las Catedrales”: “ El contenido de las obras expuestas tiene un carácter literario. Formalmente contienen una estructura espacial precisa, de fondos claros y casi neutros y forma arquitectónica, relacionadas con lo gótico. Un edifico austero a primera vista, pero lleno de miles de luces en su aproximación. Entre las ventanas de este templo, podemos ver otros cuadros poblados de personajes en miniatura, mosaico en el que el claro-oscuro da a la obra una cierta angustia religiosa que nos recuerda a Rouault. Decenas de otros cuadros, mosaicos, surgen de los pilares, las bases y los muros del templo, de donde aparecen ( como del Otro Mundo ) personajes mágicos, metafísicos”.

En 1966, en la Galería Quixote de Madrid, expone sus “ Escenas Tangerinas ” logrando con ello el asombro generalizado de la crítica.

Así, entre otros, Campoy escribe en A.B.C. el veinte de diciembre de 1996:

“ Este veterano pintor prolonga una tradición española de interés por el ambiente norteafricano, cuya versión podría señalarse entre Fortuny y Cruz Herrera. Antonio Fuentes, español nacido en Tánger, conoce como pocos el clima colorista y humano de los zocos, el perfil de las gentes que animan las calles tangerinas, y con una paleta abigarrada – la que justamente conviene al gayo tema – va captando todas sus peculiaridades, convirtiéndolas, por supuesto, en materia estrictamente pictórica.”

Cecilio Barberán en la revista “ Africa ”, en su número 303, publica:
“ Fuentes pinta unos cuadros cuyo drasticismo colorista hace muchas veces preguntarse al que los contempla dónde está el antecedente de los mismos como pintura. Las composiciones de sus obras impresionan como orgías de color, de las que apenas disiente pincelada que pueda disciplinar el hervidero de color que forma su conjunto…

Y es el caso que esta pintura de Fuentes deja muy atrás cuantas impresiones dieron hasta ahora visiones de urbanismos y gentes. La razón de ser así obedece a una alta circunstancia. Ésta es el haber nacido dicho artista bajo los techos de la casa donde Camille Saint – Saëns compuso su “ Danza Macabra”, hogar enclavado en el mismo Zoco Chico tangerino, lugar donde pintaron un día Delacroix, Matisse, Fortuny, Iturrino y Tapiró, entre otros grandes pintores.

Este antecedente parece que inflama de entusiasmos y audacias su paleta. El conocimiento de la obra de aquéllos le es altamente conveniente, tanto por cuanto la misma le dice que imitarlos no conduce a nada artísticamente, como cuáles son los logros que en pintura se pueden alcanzar cuando se siguen caminos vigorosos análogos, pero independientes de los que los pintores antes citados siguieron …”

Conservamos copia de la carta que Antonio Fuentes remite a Barberán agradeciéndole su crítica, y en la que el mismo Antonio Fuentes coincide con el crítico en la apreciación de su obra:

“ En mi juicio, usted ha tocado los dos puntos básicos de mi pintura:

1º Pintura sin precedente
2º Libertad absoluta de tratar las masas y el urbanismo.

A estos dos puntos suyos permítame contestar:

1º Yo ataco el cuadro cuando tengo todo el plan de ataque organizado y me lo juego todo de una vez, sin titubeos ni dudas. No puede haber dudas porque exploto los errores que son los que me dan la nota original, sin proponérmelo…( La liberté de la création perpétuelle de Picasso )

2º Estoy rodeado de un mundo donde las masas se mueven de una forma cósmica, salvaje, natural, se agrupan, se unen y se disuelven armónicamente, y como las mareas, tienen su flujo y reflujo…consiguiendo así una clase de pintura amplia, dinámica y sin detalles, detalles que he dejado atrás por mi experiencia pictórica”.

En 1971, Antonio Fuentes expone en la Biblioteca Española de Tánger, actual sede del Instituto Cervantes de Tánger, siendo el primer artista plástico invitado a ello.

Dora Bacaicoa motiva así la exposición de Antonio Fuentes en el catálogo de la muestra:

“ la pintura, una de las expresiones más acabadas del espíritu del hombre y que mejor refleja la evolución artística de una época, es un excelente camino que hoy emprende la Biblioteca Española llevada por su deseo de expansión cultural…

Hoy, la Biblioteca Española se honra en ofrecer al público tangerino la muestra de un gran pintor nacido en esta ciudad y aquí enraizado. La talla artística de Antonio Fuentes, de sobra conocida por todos, es para nosotros motivo de orgullo y de satisfacción. Significa un magnífico comienzo. ”

En 1972, expone una selección de sus obras, abarcando 40 años de producción ( 1925 – 1965 ) en la Galería Jean-Pierre Olivier de París.

A la vuelta de todas sus exposiciones, Fuentes va dejando el conjunto de su obra en Cádiz, en casa de su hermano Carlos, quizás pensando que así contaría con el conjunto de su obra unificada en un solo lugar.
A partir de esta exposición se produce el aislamiento definitivo de Antonio Fuentes. Se dedica por completo a la meditación y su obra se centra en la abstracción hasta llegar a la serie de los frottages de 1990 cuando Fuentes cuenta ya con ochenta y cinco años.

En estas series de abstractos y frottages, Fuentes continúa con la búsqueda espiritual que como hilo conductor está presente en su obra desde su inicio, consiguiendo finalmente la paz total que muestra su obra final.



Fuentes gozó de la libertad de poder dedicarse exclusivamente a su obra sin que nada le distrajera de ello y no tener que “ mercantilizarla”. Vende en su estudio cuando “ el comprador tiene la suficiente categoría para tener mi obra”. Los compradores tenían que aventurarse a ver si Fuentes los recibía y, si lo hacía, si conseguían comprarle obras.

En la década de los noventa, el Consulado General de España en Tánger le proponen convertir su casa en el Museo Fuentes, así como realizar una Exposición Antológica Itinerante, acompañada de una catalogación general de su obra, de la que el catálogo fotográfico está realizado y compuesto por más de 450 obras repartidas en importantes colecciones privadas de todo el mundo, desde América del Sur, Estados Unidos y Europa hasta Arabia Saudita. Fuentes rehúsa ambas propuestas.
En sus últimos años se dedicó a plasmar – en una escritura cuasi automática – todos sus recuerdos. Me conmueven especialmente los textos en los que Fuentes relata sus encuentros con Picasso en París, 1930 y Vallauris, treinta años más tarde.

En el primero de ellos, Fuentes relata cómo se encontró con Picasso en la tienda de materiales artísticos adjunta a la galería Castelucho y la posterior visita junto al Maestro de la exposición de la galería. En esta visita, Antonio Fuentes propone a Picasso, para no interferirse mutuamente en la visita, que cada uno hiciera el recorrido de la exposición en sentido contrario y a la salida comentar qué pieza consideraban la mejor. Ambos coincidieron en su apreciación: una gitana de Nonell. En este encuentro con Picasso, Fuentes nos relata también cómo la dueña de la galería – que tenía obra suya en depósito – le ofrece una importante cantidad por un cuadro que una cliente quería comprarle. Fuentes dudaba sobre la venta. Picasso le recomendó que no lo dudara, que lo vendiera para así ir haciéndose una clientela en París. En esta serie de textos, Fuentes describe a Picasso como a un señor ya mayor – Antonio tenía entonces veinticinco años y Picasso cincuenta – de aspecto burgués, con un buen abrigo inglés y un sombrero borsalino y al que trata como un padre por lo humilde de su actitud.

En los textos de Vallauris, Fuentes – de viaje hacia Venecia para exponer – visita a Picasso y juntos se dirigen a un vertedero de donde Picasso solía surtirse de piezas para sus esculturas-objetos.

Antonio Fuentes muere en Tánger el 25 de julio de 1995, sin haber dejado de trabajar un solo momento. Incluso en sus últimos días le molestaba que le distrajeran. No consintió en abandonar su casa – estudio de la medina hasta un día antes de su muerte que finalmente tuvo lugar en el Hospital Español de Tánger. Mª Paz Mateo y Manuel Rodríguez – Ballester, profesores ambos del Instituto Español de Tánger en la época, fueron sus últimos acompañantes. El 20 de julio de 1995 fueron a visitarlo como casi todos los días. Aún les dijo que la pintura le daba la vida cuando le ofrecieron una cajita de acuarelas como regalo.

Podemos contemplar en su obra la proyección de un artista que conoce y hace suya en todo momento la trayectoria del Arte a lo largo del siglo XX, pero adecuando siempre cada escuela a su propia personalidad. Todo un siglo dedicado a la creación.


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